El 9 de noviembre de 1989, multitudes jubilosas asaltaron el bloqueo de hormigón, pocos minutos después de que la comunista República Democrática Alemana (RDA) anunciara que se levantarían las restricciones de viaje para los alemanes orientales. La propaganda y el miedo fueron reemplazados por un sentido de libertad y unidad.
El Muro de Berlín no solo dividía a esta ciudad: dividía a toda Europa y era el símbolo de un mundo bipolar en el que dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, eran los polos de influencia. Su caída posibilitó la reunificación alemana y fue precursora de la desaparición de la Unión Soviética y del final de la Guerra Fría.
La caída del muro de Berlín provocó conmociones en toda Europa y renovó las esperanzas para millones de alemanes orientales.
Al despertar el 13 de agosto de 1961, los habitantes encontraron una improvisada barricada hecha de cable de púas y bloques de cemento que dividía la ciudad.
Durante las siguientes tres décadas, la barrera evolucionó en un muro de hormigón de 45 kilómetros, que simbolizaba la profunda división ideológica entre el bloque soviético y Occidente en el apogeo de la Guerra Fría. El muro de tres metros de profundidad estaba fortificado con torres de vigilancia, cercas eléctricas y guardias armados.
Aunque parezca que el Muro de Berlín cayó de un día para otro, en realidad puede considerarse la culminación de un proceso.
En todo el bloque soviético soplaban vientos de cambio y esos vientos tenían su origen en Moscú.
En marzo 1985, Gorbachov se convirtió en secretario general del Partido Comunista, lanzando un dramático programa de reformas. Su política conocida como "Glasnost" (apertura, transparencia) consistía en eliminar las prácticas de la represión estalinista y darles más libertades a los ciudadanos soviético, que vieron como presos políticos eran liberados y los periódicos publicaban artículos críticos hacia el gobierno.
Estas políticas se dejaron sentir no solo en la URSS, sino también en algunos de los países satélites de la Unión Soviética en Europa.
El mismo año de la caída del Muro, en junio de 1989, en Polonia el movimiento sindical no comunista Solidaridad de Lech Valesa logró que se celebraran las primeras elecciones parcialmente libres en décadas.
Hungría abrió completamente sus fronteras y miles de "turistas" de Alemania del Este llegaron ese verano al país vecino en busca de una forma de cruzar a Austria. El éxodo se convirtió en una marea humana.
Pero Erich Honecker, el líder comunista de la RDA, se resistía a las reformas.
"¡Gorbi, Gorbi!" se convirtió en un grito popular entre los alemanes orientales hambrientos de reformas al estilo de Gorbachov.
El líder soviético visitó Berlín Oriental para el 40 aniversario de la RDA, el 7 de octubre, e instó a Honecker a lanzar reformas, afirmando que "la vida castiga a los que llegan demasiado tarde".
El 9 de octubre, una multitud sin precedentes de 70.000 personas se manifestó pacíficamente en el centro de Leipzig exigiendo libertad. Por primera vez se atrevieron a pasar por la temida sede de la Stasi. "¡Wir sind das Volk!", cantaban ("¡Somos el pueblo!").
Ya era demasiado tarde para Honecker, quien renunció el 18 de octubre y fue sustituido por Egon Krenz.
Unos días antes de la apertura del Muro, el 4 de noviembre, otros cientos de miles de personas se manifestaron en Alexanderplatz, en Berlín oriental, pidiendo una reforma democrática, en la que fue una de las movilizaciones más importantes de la RDA.
Como parte de estas protestas, los alemanes del Este comenzaron a exigir que se les permitiera cruzar a Alemania Occidental y para el gobierno comunista fue cada vez más difícil detener esos llamados.
El 9 de noviembre, el anuncio de un alto funcionario de Alemania Oriental precipitó la caída del Muro.
Guenter Schabowski, portavoz del gobierno de la RDA, anunció en una conferencia de prensa que las restricciones de viaje para los ciudadanos del este se levantarían de inmediato.
Los funcionarios tenían la intención de introducir los cambios al día siguiente, pero cuando se le preguntó en la conferencia, Schabowski dijo: "Esto ocurre, que yo sepa... inmediatamente... sin demora".
Dichas palabras provocaron que miles de personas se fueran hacia el Muro, exigiendo a los guardias que abrieran las puertas.
Los guardias del paso fronterizo de Bornholmer dejaron pasar a los primeros ciudadanos de la RDA hacia Berlín Occidental a partir de las 21:20.
Miles de personas cruzaron en las siguientes horas a Alemania Occidental, algunas por primera vez en sus vidas, provocando la rápida caída del muro.
Y mientras una multitud eufórica de alemanes del este cruzaba la frontera abierta, cientos de personas de Alemania Occidental los esperaban y celebraban el momento histórico.
"La gente sintió alegría y una feliz sensación de conmoción, de que algo que pensaban que nunca sucedería o que al menos nunca sucedería en su vida, repentinamente pasó de la noche a la mañana pacíficamente. Y eso hizo que la gente pensara que todo es posible"
Kaleidoscopio Cultural.
Por Jaime Jacobo (Nota de Autor y Via BBC)
Twitter: @donyaime
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